¿Tejido o bebé?

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Trato de penetrar la mirada de la Doctora Gatter para comprender cómo duerme tranquila. ¿A qué hora desenchufó su conciencia y se deshumanizó?

Unos espeluznantes videos que paralizan el corazón circulan en las redes sociales. Mientras mastican ensalada y sorben vino, las doctoras Deborah Nucola y Mary Gatter, ambas altas ejecutivas de Planned Parenthood Federation of America (PPFA), negocian el precio de las partes de bebés abortados. Los videos fueron hechos por el Centro para el Progreso Médico, una oenegé que monitorea violaciones éticas en la medicina. El suceso interesa a los guatemaltecos porque estamos bajo presión internacional para legalizar el aborto, hasta ahora prohibido por mandato constitucional.

Las cámaras secretas captaron una realidad imposible de negar. La reacción de la presidenta de PPFA, Cecile Richards, constituye básicamente una admisión: obtienen el consentimiento de la madre (no del hijo) para cultivar restos humanos y donar “tejidos”. Richards agrega que no lucran de estas transacciones pero sí cobran por algunos de los costos asociados al proceso. El editorial del New York Times en defensa de Planned Parenthood afirma que la donación de tejidos es una actividad legal, voluntaria y que potencialmente salva vidas.

Me inclino por favorecer las transacciones voluntarias y el libre mercado, y en mis círculos intelectuales no es mal vista la posibilidad de crear mercados de órganos. No obstante la frase clave aquí es transacción voluntaria: el punto de partida de estas particulares negociaciones es la negación de la vida y la libertad de un ser humano, el bebé. Suenan absurdos los argumentos que obnubilan la humanidad del objeto intercambiado. Las doctoras hablan de corazones, pulmones, hígados y extremidades de personitas sin derecho alguno. Quedan al desnudo las palabras largamente utilizadas por la industria del aborto, como feto, embrión, tejido, espécimen o bodoque de células. Son eufemismos para apaciguar conciencias.

¿A qué viene el alboroto? Eso pregunta el director de Catholic World News (CWN), Philip Lawler. Si alguien nos amenaza con hacernos picadillo para luego vender nuestras partes, razona Lawler, nos ofendería más la primera parte de la ecuación que la segunda. Qué hacen con nuestro cuerpo muerto debiera preocuparnos poco; el primer principio es la inviolabilidad de la vida. Su punto es que ya sabíamos que Planned Parenthood desmembraba cuerpos humanos. La sociedad moderna se acostumbró a la idea de desechar bebés. Y sin embargo, prosigue Lawler, “los videos han corrido el velo y hemos divisado la realidad brutal, sangrienta, del aborto”. Las personas involucradas parecen respetables, “pero todos sabemos que algo está profundamente mal cuando personas respetables se comportan como buitres.”

¿Somos buitres? Según un reloj electrónico de abortos en el mundo, más de 1.3 mil millones de bebés han sido deliberadamente abortados desde 1980. Planned Parenthood es responsable por 6.8 millones de estas muertes desde 1970. No son pocas vidas…

Planned Parenthood es filial de la Federación Internacional para la Planificación Familiar (IPPF), la cual colabora con el Fondo de Población de las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre otras. Los gobiernos del mundo financian más de la mitad de su presupuesto global de US$125 millones anuales. Alrededor de la industria del aborto se ha construido un poderoso grupo de interés que corteja al poder político, cabildeando por legislación y subsidios. La rama política de la PPFA apoya las campañas de candidatos amigos de la institución. Ello explica porqué algunos senadores y congresistas no han dicho ni pío.

Los guatemaltecos debemos permanecer en guardia. Evitemos que este potente lobby nos desensibilice respecto de la humanidad del neonato y corroa nuestro sentido de familia.

Este artículo fue publicado el 31 de julio del 2015 en la Revista Contra Poder y CEES.

Luego de redactado el artículo, salió a luz otro video.

La fotografía es adaptada de un archivo personal.